En plena Edad Media, durante los siglos IX y XV, los monjes de la hermandad oculta de los Meridianos que moraban en el sagrado Monasterio de Pilos (enclavado al sur de Navarra) dedicaban sus vidas a transcribir y custodiar el conocimiento y las enseñanzas ancestrales más preciadas de la humanidad.
Esta sabiduría ancestral la obtenían de los proverbios y refranes populares, cantares, dichos, gestas, cuentos, fábulas y de los diálogos que mantenían con gentes de la época (ya fueren vasallos , artesanos, maestros, nobles, caballeros, señores u otros miembros del clero). Emprendían sus andanzas por los diferentes parajes de la época: humildes aldéas, extensos feudos, majestuosos castillos, sagradas iglesias, vastos campos, acogedoras posadas, bulliciosos mercados e incluso en las lúgubres mazmorras donde malvivían encerrados los réos condenados por la Santa Inquisición.Toda esta sabiduría popular era meticulosamente ordenada y conservada en detallados manuscritos cuyos libros se atesoraban en la biblioteca secreta situada en las profundas catacumbas del Monasterio. Su propósito era el de iluminar a las generaciones venideras en su búsqueda de la perfección y la maestría antes de abandonar la vida terrenal.